miércoles, 6 de marzo de 2013


Una puerta hacia la felicidad
Saber si realmente eres fiel a ti mismo

Cuántos miles de veces nos hemos preguntado si estamos haciendo lo correcto, si las decisiones que tomamos nos van a llevar a sentirnos mejor, a “estar mejor” y nunca sabemos realmente cuál es la mejor decisión hasta que la hemos tomado y podemos ver si lo era o no.
Pues aunque no lo creamos hay una forma infalible de saberlo y su fundamento está en preguntar.
Muchas veces, cuando tomamos esas decisiones sentimos que se nos cierra el estómago, que nos llenamos de miedo y de incertidumbre que nuestro cuerpo se tensa y se contrae, otras nos sentimos ligeros, relajados e incluso felices por la decisión tomada. Aquí está la clave.
Nuestro cuerpo, ese maravilloso y perfecto vehículo que habitamos para vivir en este planeta tiene la cualidad y sabiduría necesarias para saber cuando algo es conveniente o no para nosotros. Su perfecta biología, sus entramado de átomos, células, líquidos, órganos, neuronas, sistema nervioso, etc... son los mejores indicadores de nuestros errores y aciertos.

¿Cómo podemos preguntar a nuestro cuerpo?

Al cerebro una situación real y una imaginaria le llevan a tener una misma respuesta física, si hacemos preguntas obtendremos una respuesta física con la ventaja de que se involucrarán tanto la mente consciente como la inconsciente, cosa que no ocurre cuando la pregunta la hacemos para obtener sólo la respuesta de nuestra mente.

Por ejemplo, mañana voy a tener una entrevista de trabajo y no sé si realmente me interesa obtener ese puesto o lo hago por cumplir socialmente porque me han estado juzgando por no tener trabajo. Antes de ir a la entrevista me pregunto ¿cómo será mi vida los próximos dos años si supero la entrevista y obtengo ese puesto? Y siento cuál es mi reacción física. Luego pregunto lo contrario ¿cómo será mi vida los próximos dos años si no supero la entrevista y no obtengo el puesto?
Supuestamente, según lo que nuestro pensamiento “lógico” diría es que tenemos que hacer lo imposible por obtener ese puesto pero resulta que cuando hago la primera pregunta mi cuerpo se tensa, me duele el estómago, me contraigo y me cuesta respirar; y cuando hago la segunda me relajo y respiro profundamente. En este caso mi cuerpo me está indicando que ese no es el mejor camino para mi, me cuesta creerlo (a mi mente) pero el malestar es tal que tomo la decisión de no presentarme a la entrevista.

Esa misma tarde en la que mi mente no me deja en paz diciéndome que soy una irresponsable me llama una amiga y me dice que un amigo suyo está buscando una persona como yo para hacer el trabajo que más me gusta, que si quiero hablar con él. De pronto me siento feliz, relajada, ilusionada, e imaginando miles de posibilidades de hacer y crear con lo que me encanta hacer, y aquí mi cuerpo está volviendo a hablar, comunicándome que esto es bueno para mi.

Esto que he relatado, que parece fantasía, es algo que nos ha ocurrido casi a todos pero nunca nos hemos parado a relacionarlo con nuestra respuesta física. Este es el camino directo para entrar en contacto con tu verdadero ser, con el que realmente eres y no con aquel que tiene que ser, hacer, cumplir, parecer, etc... Este es el camino para empezar a experimentar la felicidad sin sentimientos de culpa. Sólo se puede ser feliz abrazando todo lo que eres y siendo fiel a ti.

Te invito a probar, observa tu cuerpo cada vez que quieras y siente cómo te sientes en cada situación, verás que descubres muchas cosas de ti mismo que jamás habías visto; y si te apetece, escríbeme y cuéntanoslas, será muy enriquecedor para todos.

Gracias

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